Por A. Leticia Uribe M.
Se parte de la base de que la externalización NO es una técnica, más bien tiene que ver con toda una manera de ver las cosas (epistemología). Esta manera de ver se vincula con el post-estructuralismo, en donde se entiende a la identidad como algo que no es esencia, tampoco es “la capa mas interna” del ser. La identidad se entiende desde el post estructuralismo como algo que se forma de múltiples historias y que se construye constantemente, por lo que no es una estructura estática. La persona entonces no “es” una sola cosa sino que vive diferentes historias y se ve a sí misma de acuerdo a ellas. En la sociedad moderna hemos aprendido a definirnos por una sola historia (historia dominante) sin considerar otros aspectos o vivencias como parte de esa historia inicial. Esta historia dominante define la forma en que nos vemos y lo que entendemos como nuestra identidad. De esta forma, cuando la historia dominante se define por una situación problemática, el problema se convierte en la definición de la persona, en su identidad, el problema es la persona. Los problemas se generan en base a la cultura y se ubican en el lenguaje, en las historias que nos contamos acerca de ellos y en la forma en que las contamos. El modo específico en que utilizamos el lenguaje a la hora de contar las historias que nos definen, está íntimamente ligado a la cultura en la que vivimos. Las palabras que utilizamos, el modo en que las organizamos y el significado que les atribuimos dependen en gran medida de nuestro contexto cultural y social, y eso es lo que da forma a esas historias y por lo tanto a nuestra identidad.
La externalización implica ver que el problema y la persona no son la misma cosa; la persona vive un problema. De esta forma utilizar un lenguaje externalizador no es solo una técnica para sacar al problema de la persona, más bien es tomar consciencia de la función que tiene el lenguaje al perpetuar formas de ver el mundo que restringen nuestra identidad. Si hablamos de que alguien es “miedoso” estamos implicando que el miedo define a la persona y a eso se restringe su identidad, es decir que vemos a la persona y al problema como la misma cosa. Si hablamos de la persona y el miedo, es un principio para separar al problema de la persona y para dar lugar a otras posibilidades además del miedo. Entonces, el primer paso para modificar nuestro lenguaje hacia un lenguaje externalizador es hablar con sustantivos en lugar de adjetivos (una persona con miedo en lugar de miedoso). Como no es una técnica, la externalización no es algo que se “usa” solo para hablar del problema, sino que es una manera de ver y de hablar de todo lo que hemos aprendido a identificar con lo que somos de manera restringida, como algo “inherente” a nosotros.