Alejandra Usabiaga.
La externalización es un gran regalo que nos entrega la
narrativa, ya que al poner el problema fuera de la persona, se logran
resultados maravillosos, trasladando la lucha contra algo que se encuentra fuera
y no contra unx mismx. Para lxs pequeñxs este proceso es interesante y divertido; luchar contra los monstruos y
personajes indeseables que le han venido causando problemas, normalmente tiene
resultados inmediatos.
En mi experiencia
he notado que cuando la estrategia no está
dando los resultados esperados, se debe a que el proceso no se ha llevado de
manera correcta, y la mejor opción es regresar sobre
los propios pasos y volver a empezar. Es fundamental que se regrese al
principio de la conversación externalizante
para evitar caer en errores importantes, como los que les comparto a continuación.
Héctor y Patricia[1] habían sido remitidos
por el kinder de su hijo, debido a un problema de encopresis que presentaba el
pequeño de 4 años. Desde que
Sebastián nació vive con una gran dificultad ya que sus heces
fecales tienden a ser muy duras y grandes, por lo que ha estado siempre bajo
tratamiento médico, lo que no
garantiza que pueda evacuar de manera normal, aunque hacen todo lo posible para
que así sea, mediante
dietas, vigilancia, etc.
La mamá había sido la encargada
de entrenar a su hijo para ir al baño, y dijo
encontrarse muy cansada del proceso, ya que cada media hora sentaba al pequeño en el excusado
esperando que desalojara algo, lo que nunca sucedía. Sebastián se escondía detrás de los muebles de
la casa para hacer una pequeña bola de popo dura, que normalmente
se quedaba en su calzón, o caía al piso
provocando con ello el enojo de su madre. Escuchar la historia de la familia y
su lucha me hizo empatizar. Les comenté que trabajar desde la narrativa los
problemas de encopresis y enuresis, tiene la garantía de que en unas
cuantas sesiones el problema desaparece.
Sebastián es un niño muy agradable,
desde un principio se mostró abierto y
participativo conmigo, aunque llamó mi atención que cuando inicié el proceso de externalización de la popo el
pequeño se me quedaba
viendo, y poniendo su dedito sobre su boca me decía “sshhh” y cambiaba el tema, y cuando le era
imposible evadir una pregunta hablaba tan bajo que me era difícil escucharlo. Los
padres del pequeño me informaron que
estas eran actitudes que tenía normalmente al relacionarse con el
proceso de ir al baño. Obviamente utilicé este gesto como una herramienta más para externalizar
el problema.