Por Tomoko Yashiro
Últimamente tuve oportunidad de leer
un libro[i]
muy interesante que recomendó el equipo docente del diplomado de narrativa del
ILEF A.C.[ii]
Quiero presentar la siguiente frase del mismo que considero que nos permite
reflexionar sobre algunas ideas básicas de la terapia narrativa, siendo que es
escrita por un autor que no tiene nada que ver con la terapia narrativa.
"La técnica del poder del
régimen neoliberal adopta una forma sutil. No se apodera directamente del
individuo. Por el contrario, se ocupa de que el individuo actúe de tal
modo que reproduzca por si mismo el entramado de dominación que es interpretado
por él como libertad. La propia optimización y el sometimiento, la
libertad y la explotación coinciden aquí plenamente.[iii]"
Al leer esta frase, ¿qué emoción les
genera a lxs lectorxs de este blog? A mi me genera una reflexión personal un
poco amarga, acerca de cómo he manejado mi vida, y también una sensación de
esperanza al pensar en la posibilidad de escaparme de ese ejercicio de poder si
se lograra visibilizarlo. Lo que yo he seleccionado en mi vida, por "mi
propia decisión", ¿qué tanto fue mi selección libre o qué tanto fue el
resultado de las influencias de lo que se ha sugerido por los discursos
normalizantes y dominantes de la época que me tocó vivir? ¿Qué tanto le estoy
dando importancia a algo que en realidad yo misma pienso importante y aprecio,
o qué tanto es más bien que yo estoy convirtiéndome en defensora de algunas ideas
que ni yo misma aprecio o incluso de ideas que más bien me hacen sufrir? ¿Por
qué me preocupo por tener o no tener esto o aquello, porqué sufro por lograr o
no lograr esto y aquello? ¿Qué posibilidad de re-plantear mi selección de
"cómo procesar" cada experiencia de mi vida puede generar “con respecto a” o “en contra
de” la técnica de poder establecida en la sociedad al tener consciencia de su
existencia y sus efectos? ¿Hay posibilidad de permitirme dirigir mi vivencia
diaria hacia una mayor dignidad y alegría, más acorde con lo que yo siento
afinidad?
Se trata de una frase escrita por un filósofo coreano que
cuestiona el ejercicio psico-poítico que se observa excesivamente en la época
actual. El autor analiza por ejemplo[iv] que
en una época anterior la razón con la que se trataba de hacer comprar a lxs
consumidorxs algunos productos específicos era acentuar más la búsqueda por convencer
acerca de los méritos o la calidad que ofrecía cualquier mercancía, ya fuera un
coche más rápido, una crema que tonificara mejor, vestidos más ligeros,
calientes o resistentes, etc. Sin embargo, actualmente la mercadotecnia más
efectiva para la venta se asocia con el cómo lograr provocar emoción en lxs
compradorxs, por querer conseguir un producto u otro; una emoción que no
necesariamente está ligada con la justificación de la necesidad de utilizar ese
producto o de las diferencias de la calidad de cada mercancía, sino con la idea
de que "el tenerlo" le hace sentir más "nice, feliz,
maravilloso, que le sube el rango social”, etc. El autor reclama que la
"emoción" está siendo usada como un “vehículo” importante, como
técnica de control y de venta, en tanto que ella es más económica, costeable y
efectiva para generar un mayor consumo. Utiliza el término
"psico-político", planteando una serie de reflexiones interesantes
relacionadas con el ejercicio de poder en la sociedad en la que estamos inmersos.