Alejandra Usabiaga
compartiendo las voces de 5 chicos.
Mi principal interés
al escribir un documento sobre chicos y chicas que se han cortado en algún
momento de su vida, surge del trabajo que vengo realizando con un grupo de jóvenes,
que se han integrado como equipo compartiendo sus experiencias y escuchando las
experiencias de los y las demás.
En cada sesión, el
grupo elige un tema a tratar y las dos terapeutas que estamos a cargo lo
preparamos abriéndoles la pauta para hablar del tema desde sus propias
experiencias. Sin embargo, el manejo temático es flexible y la mayoría de las
veces se desvía hacia momentos y situaciones que para ellos son importantes. Las
reflexiones dentro del grupo siempre se c
onstruyen siguiendo el “Mapa de Testigos Externos”, propuesto por Michael White[1], que busca “contribuir a la autenticidad de una identidad alternativa”[2] que se genera a partir de las conversaciones en donde surgen posibles soluciones a problemas conocidos. Para fines del presente documento, se están incluyendo las voces de un chico y una chica que no trabajan en el grupo, pero que asistieron a proceso terapéutico conmigo hace algún tiempo porque se cortaban, además de trabajar otros aspectos de su vida que les preocupaban en el momento.
onstruyen siguiendo el “Mapa de Testigos Externos”, propuesto por Michael White[1], que busca “contribuir a la autenticidad de una identidad alternativa”[2] que se genera a partir de las conversaciones en donde surgen posibles soluciones a problemas conocidos. Para fines del presente documento, se están incluyendo las voces de un chico y una chica que no trabajan en el grupo, pero que asistieron a proceso terapéutico conmigo hace algún tiempo porque se cortaban, además de trabajar otros aspectos de su vida que les preocupaban en el momento.
En una de las
sesiones de grupo, hablando sobre el tema de violencia en las parejas, que Lucy[3], de 14 años, encontró el
momento para decir, “yo me corto desde
hace algún tiempo”, frase que compartió como si tuviera una gran necesidad
de decirlo, como si supiera que tenía que aprovechar el momento. Lucy además a
proceso terapéutico individual, pero fue en el grupo en donde sintió la
contención necesaria para compartir el tema.
Lucy compartió su experiencia
mientras los demás chicos y chicas escuchaban con atención y hasta llegaron a
hacer preguntas puntuales sobre la situación que ella vive. Al llegar el turno
de Manuela, de responder la pregunta de testigos externos: “¿qué te llamó
especialmente la atención de lo que escuchaste?” y debido a la experiencia que
ya tiene por experimentar este formato semana tras semana, respondió: “prefiero responder primero a la siguiente
pregunta, ¿con qué te identificaste? porque me identifico con el hecho de que
yo también me cortaba”. Manuela, de 18 años, empezó a compartir el proceso
que vivió para superar una etapa en la que se cortó por algún tiempo.
En las conversaciones
tanto del grupo, como las que tuve por separado, las y los jóvenes que
compartieron su experiencia de cortarse expresaron algunas de sus vivencias en cuanto
a qué les llevaba a hacerlo y cómo explican esa motivación. Las expresiones
hablan de sentirse sobrepasados por la angustia que viven, al grado que todo lo
demás, incluyendo ellas y ellos mismos, deja de ser importante:
Lucy se refirió a las
altas expectativas que vive actualmente por parte de sus padres: “cuando no eres como los demás quieren que
seas, entonces lo haces, porque no crees que puedas llegar ser como todos
quieren que seas”.
Por su parte Manuela
dijo, “cuando algo te preocupa o tienes algún
problema eso es lo importante y tú no eres tan importante para ti”.
Carmen, es una chica
con la que trabajé en proceso individual hace 6 años y que actualmente tiene
22. Ella compartió que: “Cuando yo me
cortaba era la moda de las personas que querían estar deprimidas, se volvía
como una medalla, enseñaban las marcas… en momentos de muchas desesperación y
angustia, cuando me sentía con mucho coraje e impotencia, era cuando lo hacía,
pero siempre me sentí muy mal por hacerlo. Era como vivir una realidad
diferente, sin lugar, no identificaba a dónde pertenecía ni quién quería ser”.
“Cuando
era muy estresante la convivencia, no llegaba realmente al dolor, era como
apaciguar, pero me llegaba a sentir mejor cuando las cosas estaban muy tensas,
porque se me baja un poco la presión. Ahora entiendo que era una manera de
sentirme mejor, alivio. Creo que se bajaba la ansiedad. Era un tabú, como sabía
que los depresivos lo hacen, entonces yo quería sentirme así como para
justificar lo que hacía y sentirme aliviado, todo era para sentirme mejor… la
mayoría de las veces eran un ‘wanabe’[4]”, fueron las palabras de Luis, un joven
que asistió a terapia hace 3 años; actualmente tiene 21.
En la conversación
grupal relatada, los y las jóvenes que fueron testigos de las experiencias de
Lucy y Manuela se conectaron con la dificultad de sus vivencias y expresaron
cosas como: “es difícil lo que están
viviendo y por eso toman la decisión de lastimarse”; “no es del agrado de una persona lastimarse a sí misma, por ejemplo,
hay personas que dejan de comer o se drogan o así, pero de todas las formas lo
hacen”, “no creo que tenga que ver
con ganas de que te vean en todos los casos, porque puede no ser importante
para los otros, sólo para el que lo hace” .
A Carmen, Manuela y
Luis, que en este momento ya no se lastiman, les pregunté, las causas por las
cuales pararon esa situación y dieron los siguientes argumentos:
Carmen: “No me di cuenta de cuándo lo dejé de hacer,
pero llegó un momento en que me empezó a dar pena seguir haciéndolo, era como
vivir el que nadie me entendiera. Cuando volvimos a la normalidad, cuando nos
encontramos, no necesité sacar stress ni ansiedad, y eso ya no entraba en la
actitud que yo quería tener y demostrar”
Luis: “Todas las personas tienen dignidad y hay
que apelar a ella, es como ‘no seas naco’, y yo no quería estar todo marcado
porque se ve mal, no es una cara de ti que desearías mantener siempre, pero se
queda en las marcas”; “al igual que todo aquello que te puede lastimar te
puedes hacer adicto a la sensación de liberarte del enojo o impotencia, es todo
junto, no sólo el hecho de cortarte sino los pensamientos negativos, entonces
te sientes mal y buscas todas las razones que te puedan hacer sentir mal, como
aquello que hubo en tu infancia y lo que estás viviendo. Buscar una emoción
positiva te ayuda 100% más que una emoción negativa”.
Manuela: “Es no dejar pasar algo que vale la pena
dejar pasar… Para mí lo mejor fue evitar a la persona con la que estaba
teniendo tantos conflictos, al verla poco me pude ver más a mí misma y un día
dejé de cortarme sin darme cuenta, como que tenía muchas otras cosas de que
preocuparme”.
Al hablar de posibles
opciones para no cortarse que pudieran compartir, los y las chicas, incluyendo
a quienes se cortan o se han cortado y a los miembros del grupo de testigos
externos, compartieron ideas que llevaran a quitarle peso al problema, además
de “honrar su entendimiento sobre la naturaleza de sus acciones que les
permitieron sobrevivir el momento, y al mismo tiempo explorar nuevas posibilidades”[5].
Algunas de estas ideas fueron: “Cuando
sientes todos tus sentimientos hechos bolas, escribe todo lo que piensas y
sientes, eso te va a ayudar después cuando lo leas”; “A mí lo que me sirve y creo que te puede servir es: El problema va a
pasar, pero tú siempre lo vas a recordar porque vas a tener las marcas de ese
mal momento de por vida en tu brazo”, “Déjalo
pasar, ningún problema vale más que tú”; “Tienes muchas cosas que te muestran quién eres en realidad, y puedes
refugiarte en esas cosas, como tu guitarra”, “ De la misma manera que cuidas a tu hermanita para que no le pase
nada, así puedes aprender a cuidarte a ti misma”.
Conversar con Lucy,
Manuela, Carmen y Luis, acerca de lo que puede llevar a alguien a dejar de
lastimarse, les llevó a la búsqueda de su “Identidad Favorita”. Les ayudó a
situarse en lo que desean para sí mismos, a encontrar sus propias intenciones,
valores y compromisos. Conectarse con estas ideas les ayudó a responsabilizarse
de sus acciones hacia sí mismos, en el pasado, presente y futuro.
Los cuatro jóvenes
para los que cortarse es parte de su historia, estuvieron de acuerdo en que,
con el tiempo, el hecho de haberse dejado de cortar les llevó a tener una
responsabilidad que no habían tenido antes, ya que lograron sentir que pueden
cuidarse a sí mismos de una manera adecuada. Cortarse en ninguno de los casos
constituyó una parte de su identidad que les generara orgullo.
La adolescencia es un
tema cultural, en donde los chicos parecen “tener el permiso” de encontrar salidas
a sus emociones conflictivas a través de lastimarse o lastimar a otros en busca
de su bienestar. La salida que encuentran al cortarse, se debe a la
totalización del problema, que como establece Michael White, “es un hábito o
pensamiento perverso en la cultura Occidental que obscurece el contexto del
problema”[6]
y al parecer lleva a una misma línea de pensamiento que evita encontrar
soluciones diferentes en el momento.
Proporcionar a los
chicos espacios diferentes, en donde pueden conversar sobre sus conflictos y
buscar soluciones a sus problemas, los lleva a identificar su identidad
preferida, a encontrarse con sus valores, sueños, intenciones y compromisos con
ellos mismos y con los demás, en el presente y en el futuro. Este encuentro les
permite conectarse con modos distintos de mirarse y opciones nuevas y más
provechosas para resolver sus dificultades.
B I B L I O G R A F Í A
White, M. (2005) “Workshops Notes” (no
publicado) Adelaide, Australia.
White, M. (2007) “Maps of Narrative Practice”
New York, Norton.
White, M. (2011) “Narrativa Practice,
Continuing conversations”. New York, Norton
[4] Expresión
coloquial derivada del inglés “want to be”, que se refiere a alguien que trata
de imitar o parecerse a alguien o algo, sin conseguirlo por completo.
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