Ángeles Díaz Rubín (Cuqui Toledo)
¿Qué espero lograr con este escrito? ¿Para qué puede servir?
Quiero que la persona que lo lea sepa que lo escribió una abuela, pero una abuela terapeuta narrativa. Que este testimonio le ayude a relacionarse con la muerte de una manera más amable, con menos temor y que le infunda paz.
Mi interés por el tema de la muerte comenzó, como ya lo he dicho en otras ocasiones, hace ya veinte años, poniendo los cimientos para desarrollar una de mis historias de vida que junto con muchas otras, conforma mi identidad. Como nos dice la Narrativa: “nuestra vida, quienes somos, es decir nuestra identidad, se va formando con historias: Somos multi-historiados.”
Así que les contaré una historia, tengo muchas pero esta es la más reciente y la que tengo fresca.
Llevábamos menos de 10 días de haber comenzado este año 2014, cuando recibí una llamada solicitando una consulta; me llamaba la tía de un joven que el día 1º del año, al entrar a buscar en su recámara a su primo predilecto, otro joven de 23 años, encontró que se había suicidado. La señora estaba muy preocupada porque “su hijo estaba muy traumado y también toda la familia”. Nadie quería entrar a esa recámara, sentían mucho miedo.
Vinieron a la consulta dos tías hermanas de la madre del joven difunto, el primo, y dos primas, (Por cierto, también trajeron un perrito cachorro chihuahueño, era la primera vez que tenía un perro en una reunión terapéutica). Fue una conversación donde básicamente hice preguntas cuidadosas para entender la estructura familiar y encontrar las herramientas que pudieran servir para este trabajo. Por supuesto les compartí mi propia experiencia por la muerte de un hijo, expliqué mi forma narrativa de relacionarme con la muerte y les propuse una ceremonia para decirle “Hola de Nuevo” a la persona querida difunta. También les platiqué algunos otros testimonios que me han compartido otras personas en estas ceremonias cuando viven la muerte de esta manera, diferente a la convencional.
Concertamos una reunión para la ceremonia la semana siguiente, después de que hubieran levantado la cruz.
Ese día fueron llegando en grupos y nos juntamos 10 personas (les dije que extrañaba al perro, lo que ocasionó la primera risa grupal) Me pareció una familia muy unida y solidaria y así quedamos, sentados bien juntitos, pues mi sala es chiquita. La madre del difunto quedó sentada junto a mí. Una señora muy bajita que con el dolor parecía aún más pequeña.
Primero conversamos sobre lo difícil de entender la muerte y sobretodo, el suicidio, hubo comentarios de lo difícil que es entender los motivos y que usualmente se quiere encontrar al “culpable” que lo ocasionó, una tarea que no remedia nada y puede hacer mucho daño a las personas. La conclusión fue que no hay que juzgar y que es mejor tener la humildad de aceptar el no entender.
Les expliqué nuevamente que esta ceremonia era diferente, explique lo que significaba re-cordar y que para re-cordar a _______ (el nombre del difunto) les pedía a cada un@ que así lo quisiera, que compartiera con el grupo una anécdota, una experiencia alegre, bonita, que hubiera vivido con este ser tan querido.
Todos contaron algo pero para no hacerlo muy largo les compartiré tres comentarios.
El primero que habló fue el joven que había venido la vez anterior, dijo que estos días después de haber tenido la plática se había sentido más tranquilo, sin embargo no tenía ganas de trabajar en su arte pues era algo que siempre había compartido con su primo, quien siempre lo alentó a hacer alebrijes: platicaban sobre el proyecto a desarrollar y entre los dos elaboraban la pieza. Ya no quería hacer más alebrijes pues lo extrañaba demasiado.
• Y si estuviera aquí con nosotros ¿qué te diría? ¿no será que lo que él quisiera decirte hoy es que sigas en tu arte y que sigan trabajando juntos?
Muy animado dijo algo fácil de adivinar: me contestó que continuar con su arte de hacer alebrijes sería la forma de sentirlo cerca; era la forma de honrar a su querido primo y perpetuarlo.
La mamá del difunto nos compartió lo atento y cariñoso que era siempre con ella, la cuidaba pues le daba miedo que se fuera a caer y la llevaba del brazo cuando salían de paseo.
• ¿Crees que ahora a él le gustaría ir contigo cuando salgas a pasear, con tu nieta sobretodo?
• ¿Podrías imaginar que él te protege para que no te caigas?
• ¿Crees que a él le gustaría verte con el ánimo caído?
Me pareció que la señora ya no se veía tan chiquita, se enderezó y apareció en su cara una sonrisa al decir: “Yo sé que él siempre está conmigo…”
La hermana del difunto nos platicó que su hermano era muy juguetón, contó que un día que jugaban ella lo empujó y él se cayó y se hizo el muerto. Ella se asustó mucho y se puso a llorar; entonces él se empezó a reír, era una broma, no estaba muerto. Y todos empezaron a recordar otras travesuras, le gustaba hacer chistes.
• Parece que a él le gustaba ser juguetón y verlos reír… ¿cómo querrá ahora, en su nueva condición de espíritu, que se relacionen con él?
Y así siguieron re-cordando en su cuerda para la vida todo aquel legado que el difunto les dejaba. Entendieron que eran responsables de delegar todas aquellas cualidades que les había dejado, sobre todo a los niños que no habían tenido oportunidad de conocerlo mejor.
Era ya de noche y terminamos la reunión dándoles las gracias por haber compartido conmigo a su ser querido.
Entonces una de las chicas me preguntó “¿y el objeto que nos pidió que trajéramos?” Tuve que contestar: “¡Pues se me olvidó!, pero me parece que no fue necesario pues el objetivo era que a partir del objeto presentaran a su ser querido con una historia relacionada y ustedes lo presentaron con mucha facilidad”.
El primo mayor concluyó diciendo: “Lo que hemos reflexionado hoy es que la muerte de mi primo debe servirnos para vivir intensamente la vida”.
De camino a la puerta los hombres se ofrecieron a darle el brazo a la mamá del difunto y se oyó una alegre risa comunitaria cuando les dije bromeando: “y tengan cuidado, recuerden que a _________(el nombre del difunto) le gusta hacerse el muerto”.
Muchos abrazos de despedida y una enorme emoción de mi parte al ver nuevamente como es la Terapia Narrativa.
NOTA: Mi temor con esta narración es que podría pensarse de manera ligera, como un “y vivieron felices para siempre”. Así, es pertinente aclarar que lo que relato aquí no es un trabajo acabado, especialmente el tema del suicidio, que quedó para abordarlo con más detenimiento en sesiones posteriores. La finalidad de esta ceremonia es RE-CORDAR al ser querido difunto de una manera narrativa, que es diferente a la convencional y que genera muchos elementos nuevos para reescribir las historias y enriquecerlas.
Para mayor información sobre el tema ver artículos en este blog:
• Decir de nuevo “Hola” (enero 2013)
• Saying Hullo Again 2011 (octubre 2011)
• Bailando con la Muerte (abril 2010)
• Recordando a Michael White (noviembre 2010)
• Testimonio de Latino Health Access (noviembre 2012)
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