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martes, 28 de marzo de 2017

Promoción de la salud, más allá del discurso dominante


Por Mireia Viladevall
En este escrito pretendo compartir mi experiencia durante 15 años como docente de la Licenciatura de Promoción de la salud, a partir de una serie de ideas que me permiten reflexionar no sólo lo que enseño, sino cómo lo enseño[1]. Desde mi punto de vista el compromiso de ser docente de esta carrera implica fomentar y promover la salud en el salón de clases, promoviendo una relación de acompañamiento en el proceso de aprendizaje que permita reconocer y valorar el conocimiento previo del grupo, y a partir de él construir uno nuevo que surge de la reflexión que grupalmente hacemos de los contenidos de los programas, relacionándolos hasta donde sea posible con la práctica de la promoción de la salud y con la experiencia de cada estudiante. Para lograr lo anterior comparto aquí algunas ideas que me han servido.

Lo que invisibiliza el discurso científico dominante.
Desde la primaria hasta la Universidad, nuestro sistema educativo se finca en una visión positivista del mundo que separa la realidad entre mundo natural y mundo social. Lo anterior nos ha llevado, según Morin[2], a la división de los conocimientos en áreas cada vez más especializadas y cerradas en sí mismas, dificultando y hasta imposibilitando, la creación de  relaciones con otros saberes. La salud, hoy lo sabemos, es mucho más que la ausencia de enfermedad; es una realidad donde diversos fenómenos (físicos, químicos, biológicos, sociales, culturales, económicos, históricos) se dan cita y se relacionan entre sí.
Poder llegar no sólo a aceptar sino a actuar esta idea, implica romper con la idea de “verdad” como aquel conocimiento que es comprobable y medible. Seguir con esta idea de verdad significa invisibilizar o descartar otros conocimientos, lo que nos lleva a invisibilizar a personas con sus saberes y habilidades.  

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