Por María Eugenia Nadurille Álvarez
Todas las
personas vivimos situaciones de crisis en uno o más momentos de nuestras vidas;
son momentos que nos desorganizan, nos roban la tranquilidad e incluso nos
pueden dar una sensación de catástrofe y total inseguridad. En muchas
aproximaciones de la psicología se ha trabajado y estudiado el tema de las
crisis y cómo lidiar con ellas de una mejor manera. Existen diferentes
explicaciones, abordajes y categorizaciones de lo que comúnmente se conoce como
“intervención en crisis”. Para mí, el término más útil y cercano ha sido el de
“primeros auxilios psicológicos”, pues, al igual que en las emergencias médicas,
hay pasos y herramientas que nos pueden servir en el momento inmediato de la
crisis, para ayudar a bajar un poco el estrés, recuperar cierta estabilidad y
atender las situaciones de emergencia con mayor claridad.
La intención
de este escrito es, en primer lugar, aprovechar los saberes y conocimientos
existentes que pueden ayudar a entender mejor cuáles son las respuestas más
comunes ante una crisis y, en segundo lugar, retomar los lineamientos de los
primeros auxilios psicológicos, que resultan muy útiles para acompañar a
alguien que está viviendo una situación de crisis. En mi experiencia, tener
estos elementos en mente, ya sea a la hora de vivir una crisis o a la hora de
acompañar a alguien más, ha sido muy útil para anticipar y estar preparada ante
el momento de sorpresa, lo que permite mantener un cierto grado de tranquilidad
y una seguridad suficiente para buscar alternativas de acción.
Lo que aquí
se propone, no intenta ser un manual de reglas estrictas, ni una descripción exhaustiva
y única de cómo manejar una crisis, simplemente se busca brindar una
recopilación de saberes que contribuyan en la construcción de un camino que por
supuesto necesita ser flexible, pero que pueda dar un rumbo a partir de lo
conocido por quienes lo han recorrido antes.
¿QUÉ NOS PASA CUANDO HAY CRISIS?
Se entiende
por crisis a un momento de trastorno y desorganización emocional y mental que
aparece a partir un suceso que lo desencadena y requiere de una respuesta de la
persona o la comunidad que la vive.
Las
características de una situación de crisis son:
1. Aparición repentina.
2. Imprevista.
3. Calidad de urgencia.
4. Impacto potencial sobre comunidades enteras
5. Peligro y oportunidad.
El más
reciente ejemplo que tenemos ahora de una crisis es el pasado temblor del 19 de
septiembre del 2017.
Cuando experimentamos un evento de esta magnitud, la
sensación es que nuestro mundo cambia por completo y lo sentimos como extraño y
amenazante. Esto puede hacer que cambie fuertemente la forma en que percibimos
las cosas y a nosotrxs mismxs. Es bastante común que nuestros procesos de
memoria y de pensamiento se alteren y no recordemos exactamente qué fue lo que
hicimos en el momento de la crisis o cómo salimos de algún lugar.
Lo que nos ha funcionado cotidianamente para tomar
decisiones o adaptarnos ante situaciones nuevas, puede que no nos funcione por
ahora, al menos no de la misma forma. Con mucha frecuencia nos vivimos con una
sensación de no reconocernos a nosotras/os mismas/os y dudamos de las
respuestas o acciones que usualmente nos ayudan a mantener un equilibrio, por
lo que nos llegamos sentir en total indefensión y desconfiamos de nuestros
recursos.
Las pérdidas que tenemos en este tipo de eventos pueden ser
materiales, de seres queridos o incluso pérdida de las situaciones cotidianas
que nos daban seguridad -las rutas a nuestro trabajo, cambios en el paisaje
urbano, cambios en las rutinas, etc-. Evidentemente, esto nos lleva a un gran
estrés que originado por la sensación de vivir bajo amenaza constante; este
estrés y esta sensación de amenaza, pueden manifestarse en reacciones
fisiológicas, psicológicas y/ o de conducta.
Ante esto, el poder relatar de forma organizada nuestras
vivencias, nos puede ayudar a reacomodarnos ante la nueva situación.
Las reacciones más comunes (aunque nos las únicas)
son: Temor de que se repita el evento, sueños o pesadillas, ansiedad,
tensión muscular, aumento de la irritabilidad, miedo, desconfianza, negación,
sensación de opresión en el tórax, amnesia, trastornos en la alimentación y/o
en el sueño, culpa, confusión, tensión muscular, dificultades en la atención,
fatiga, mareos, hostilidad, náuseas, malestar abdominal, rencor, dificultad
para tomar decisiones, etc.
PRIMEROS
AUXILIOS PSICOLÓGICOS
Los “Primeros
Auxilios Psicológicos” son una serie de pasos pensados para auxiliar a las
personas cuando son víctimas de una crisis para lograr su recuperación. El
objetivo es que se pueda restablecer la capacidad para afrontar las situaciones
de estrés y así reordenar y reorganizar su vida.
Se dividen en 5 Componentes:
1. Contacto:
El primer contacto requiere empatía y tratar de conectar con los
sentimientos de la persona. Para esto es indispensable escuchar cómo ve la
persona la situación y que se sienta escuchada, aceptada, entendida y apoyada.
2. Analizar las dimensiones del problema:
Es importante analizar y preguntar en tres tiempos:
- Presente ¿cómo te sientes? ¿qué piensas? ¿qué puedes
hacer?
- Pasado Inmediato ¿qué sucedió? ¿quién? ¿cuándo? ¿cómo? ¿dónde?
- Futuro Inmediato: Indagar sobre eventuales riesgos y
preparar soluciones inmediatas
3.Explorar posibles soluciones:
Cuando las personas se encuentran en una crisis, no les es posible pensar
con calma y claridad y esto les impide muchas veces tomar las mejores decisiones
respecto a las mejores acciones inmediatas a tomar. Es importante guiar a la
persona en crisis para generar alternativas, esto no significa imponérselas,
sino ayudarle a encontrar cuáles son las más viables según su situación
particular. Parte de esta guía incluye también analizar los posibles obstáculos
en cada plan de acción, para decidir las previsiones que hay que tomar para
ejecutarlo. Este no es momento para tomar decisiones a largo plazo o que
comprometan un curso de acción a futuro, únicamente se trata de encontrar
cuales son los mejores siguientes posibles pasos.
4. Iniciar pasos concretos:
Para empezar a cumplir los planes de acción, hay que ayudar a la persona a
ejecutar alguna acción concreta, iniciando con el primer mejor paso posible. No
tiene que ser un paso grande, es importante buscar un primer paso concreto y
tener claro hacia dónde va. Para estas primeras acciones será necesario
facilitar o dirigir según las circunstancias. No se trata de resolverle todo el
problema o de quedarse hasta que todo vuelva a la normalidad, porque a veces
eso no está en nuestras manos, pero es importante acompañar en el primer paso,
hasta donde sea posible.
Por ejemplo, si la primera acción es llamar a alguien de la familia, tal
vez habrá que pedirle a la persona el número telefónico y llamarle nosotros
para explicarle la situación y plantearle que se necesita su ayuda y en qué. O
tal vez habrá que buscar el teléfono de alguna institución o instancia de ayuda
(la policía, una ambulancia, el Instituto de las mujeres, el DIF, algún
abogado, etc.) y hacer el primer contacto para canalizar a la persona.
5. Verificar el progreso:
Antes de canalizar a la persona hacia los siguientes pasos, hay que
establecer un procedimiento que permita el seguimiento, puede ser buscarse cara
a cara, pedirle o darle un número de teléfono, un correo electrónico, etc.
La intervención en crisis no tiene que extenderse más allá de ella, no se
trata de “cargar” con las personas por tiempo indefinido. Es importante por un
lado, medir las propias limitaciones y respetarlas (limitaciones de tiempo, de
conocimientos, de involucramiento emocional, etc.), para esto se busca
precisamente canalizar con instancias o personas que puedan continuar apoyando
mejor. También es importante confiar en que la persona podrá acudir a sus
propias sabidurías y capacidades una vez que la crisis empiece encontrar un
camino de solución.
Dicho esto, sí es necesario brindarle a la
persona un punto de contacto posterior, para verificar que el plan propuesto
esté avanzando por buen camino. Esto le ayudara a la persona a tener confianza
para seguir con los pasos siguientes sin sentirse a la deriva.
Que
SÍ y que NO hacer en los primeros auxilios psicológicos
SI
- Escuchar
- Comunicar aceptación
- Preguntas abiertas
- Llevar a la persona a una mayor claridad
- Evaluar riesgos, especialmente los de mortalidad
- Establecer prioridades de lo inmediato y de lo
importante
- Alentar la lluvia de ideas
- Establecer metas específicas de corto plazo
- Ser directivo cuando sea necesario
- Evaluar los posibles pasos de acción
NO
-
Contar
tu propia historia
-
Juzgar,
regañar, tomar partido
-
Depender
de preguntas SI/NO
-
Minimizar las señales de peligro
-
Dar
consejos
-
Dejar
obstáculos sin examinar
-
Permitir
una mescolanza de necesidades
-
Intentar
resolver todo ahora
-
Tomar
decisiones que comprometan a largo plazo
-
Prometer
cosas
ALGUNAS RECOMENDACIONES BÁSICAS
Queremos
invitar a no patologizar ni psicologizar las reacciones de las personas. Por el
contrario, hay que tener en cuenta que por lo general esta información
pertenece al mundo médico, pero al hacerla pública buscamos apropiarnos de esos
entendimientos para poder ver que hay una gran gama de respuestas con las que
las personas reaccionamos ante eventos de estrés y que no hay respuestas buenas
o malas, correctas o incorrectas, sanas o enfermas. Simplemente, estas
respuestas son parte del repertorio cognitivo y emocional con el que actuamos
cuando hay estímulos muy fuertes que sacuden nuestra sensación de
normalidad y cuando la vida y la seguridad estuvieron en riesgo.
Es muy
importante escuchar con empatía, es decir, dar una escucha nazca desde el
respeto y el aprecio por el otro. A través de esto, se puede buscar establecer
un vínculo de confianza importante, a través del cual la persona sienta
genuinamente el acompañamiento. Este vínculo de confianza puede crearse cuando
la persona siente que en la actitud de quien escucha hay respeto y un sentido
de responsabilidad.
También es
indispensable escuchar con curiosidad genuina, es decir, tratar de entender
genuinamente qué es lo que la persona siente y necesita, tener curiosidad de
saber cuál es su mirada y su vivencia particular, sin asumir que entendemos
plenamente o que sabemos mejor que ella lo que necesita o lo que le sirve. Esto
implica escuchar con la conciencia de que el otro es el experto de su vida.
Nadie puede ser experto en la vida de alguien más.
BIBLIOGRAFÍA
RECOMENDADA
Bellak,
L. y Small, L. (1988) “Psicoterapia breve y e emergencia”. Editorial Pax
Slaikeu,
K. (1994) “Intervención en Crisis. Manual para práctica e investigación”.
Manual Moderno
White, M. (2004). “El trabajo con personas
que sufren las consecuencias de trauma múltiple.” The International Journal
of Narrative Therapy and Community Work, 1.
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