Autores

domingo, 31 de enero de 2016

UNA EXPERIENCIA DE TERAPIA EN EQUIPO, EN PLENA CALLE: Respondiendo ante una situación de violencia inesperada. PARTE I



Leticia Uribe
Cuqui Toledo (Ángeles Díaz Rubín)
Mariana García

Con la colaboración de Mireia Viladevall y Beatriz Vela

  
Cualquiera puede toparse alguna vez en plena calle con una situación de violencia, particularmente de violencia entre una pareja. Ante algo así, lo más común es mirar y alejarse para no meterse en problemas. Sin embargo, cuando en nuestro trabajo y en nuestra vida hemos adquirido un compromiso contra la discriminación y la violencia de género, alejarse no es la primera opción que nos viene a la mente, nos preocupa encontrar la manera en la cual podemos contribuir para detener esta situación y proteger a la persona que está recibiendo la violencia.

Esta preocupación nos lleva a distintas respuestas posibles, dependiendo de las circunstancias en las que se desarrolla el evento, podemos optar por diferentes tipos de intervención. Sabemos que en todas nuestras reacciones debe reinar un principio esencial: no ponernos en riesgo. Una vez cubierto este principio,  podemos buscar diferentes maneras de actuar. En este artículo queremos compartir la experiencia de Mariana García, Cuqui Toledo y Leticia Uribe[1].

En junio del 2015 Rob Hall[2] visitó la Ciudad de México para impartir un taller sobre su trabajo con hombres que ejercen violencia. Las tres tomamos el taller y al terminar fuimos a tomar un café. Cuando salimos había  una pareja discutiendo del otro lado de la calle. Vimos que la chica trataba de alejarse y el hombre le reclamaba y la insultaba. Mariana exclamó “le va a pegar”.

Nos detuvimos y la pareja cruzó la calle hacia la banqueta en la que estábamos, la mujer iba unos pasos adelante del hombre. Leticia preguntó “¿qué podemos hacer en estos casos?” Mariana dijo “podemos grabar el evento o podemos acercarnos a la chica y preguntarle si necesita algo”.

Mariana comenzó a grabar y Leticia le preguntó a la chica si estaba bien o si necesitaba ayuda; contestó que sí, que el hombre que la acompañaba estaba tomado y ella se quería ir. En ese instante Leticia la tomó del brazo y le dijo “ven te acompaño”. Sin ponerse de acuerdo, Cuqui y Mariana se quedaron hablando con el hombre, mientras Leticia y la chica caminaron hasta la esquina.

Estuvimos en el lugar aproximadamente una media hora, hasta que la mujer se fue en un taxi y el hombre se quedó tranquilo. Tiempo después decidimos escribir esto para documentar y compartir lo que cada una considera que le ayudó a participar en esta experiencia inesperada.[3]

Buscar

Seguidores

Archivo del blog