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martes, 7 de abril de 2015

INTUICIÓN Y NARRATIVA



Por Mónica Duarte Araujo

La intuición es una herramienta muy presente y utilizada en la terapia narrativa con las personas que nos consultan. A pesar de su gran fuerza y presencia, es un conocimiento muy poco reconocido, nombrado y valorado, y su utilidad está prácticamente invisible.

De algunos años a la fecha, noté que en mi práctica como psicoterapeuta cada vez era más evidente la mportancia de la intuición como herramienta, pero la vivía en solitario y sin comprender muy bien su funcionamiento. Cuando dos consultantes pusieron el tema en el centro de las conversaciones, resurgió mi curiosidad e interés por escribir sobre ella. Además de utilizar mi propia experiencia, decidí pedirle sus reflexiones a colegas a través de un cuestionario y por mi cuenta realicé una investigación y revisión bibliográfica del concepto[1]. Las respuestas de dichos cuestionarios y la revisión del concepto de intuición fue muy interesante, por lo cual en el presente texto decidí  entenderlo y conectarlo con los planteamientos de la terapia narrativa y con las ideas de Foucault, influencia clave en la propuesta narrativa de White y Epston.

Bajo esta mirada, entiendo que la intuición es un tipo de conocimiento subyugado[2] o conocimiento local[3], término que utiliza Foucault para referirse a los tipos de conocimiento que han sobrevivido en los márgenes de la sociedad y de la corriente cultural predominante. Este saber se considera como ingenuo, de sentido común, acrítico, por lo cual es menospreciado y devaluado. Por otro lado está su contrario, el conocimiento dominante o conocimiento experto el cual se asume como legítimo, verdadero y científico (White y Epston 1993)[4].

Desde esta perspectiva, la intuición es un tipo de conocimiento no reconocido por las disciplinas PSI (psiquiatría, psicología, psicoanálisis…) considerado subjetivo, poco confiable y emocional.

Un ejemplo de la intuición como conocimiento subyugado, esta expresado en las respuestas que los colegas escriben en el cuestionario:

[Está presente] En todos los momentos cuando estoy con otra persona, o cuando estoy viviendo una situación diferente, nueva, crítica” - “Yo creo que siempre está presente, pero no siempre le pongo atención”- “Al estar escuchando un relato en donde hay algo que no se está diciendo o se está diciendo de manera disfrazada” - “Generalmente aparece cuando menos lo espero y cuando aparece es como un parteaguas en la terapia” - “En los momentos en los que dudo de mi conocimiento intelectual o de experiencia para abordar algún dilema” - “En casi todos los momentos, por ejemplo, cuando estoy en el consultorio y decido hacer ciertas preguntas, en lugar de otras, o en la vida cotidiana cuando tomo decisiones”.

Uno de los principios fundamentales de la terapia narrativa es su compromiso ético y político con visibilizar la “influencia de las realidades sociales en el significado que las personas dan a sus experincias y el tejido de relaciones de poder en el que se insertan las personas tanto fuera como dentro del espacio terapéutico[5].

La terapia narrativa parte del principio de que las personas construimos nuestra identidad a través de las historias que nos contamos de nosotr@s mism@s y del significado que le damos a esas experiencias. Estas historias no son individuales, sino que están insertas en un contexto cultural y social donde existen ideas dominantes. Somos seres multihistoriad@s, por lo cual “cualquier historia que elegimos contar (o contarnos) es una historia editada, una visión de la realidad” (Sued, 2005: 298 ) ya que nuestras vidas son tan amplias que sería imposible abarcar toda la experiencia en una historia. Para cada versión que contamos hay otras versiones, historias alternativas que pueden leerse entre líneas.

Foucault plantea que el poder es un elemento fundamental en la constitución de la identidad. Como individuos, sufrimos los efectos “positivos” y constitutivos del poder moderno. El poder actúa a través de ideas o verdades normalizadoras, que construyen normas mediante las cuales incitan a las personas a moldear o constituir sus vidas y, sin darnos cuenta, nos convertimos en vehículos de poder y cómplices al participar en actividades que perpetúan estas verdades “globales” y “unitarias”. Este tipo de poder no reprime, sino que subyuga (White y Epston, 1993).

Otra dimensión constitutiva del poder es que el poder y el conocimiento son inseparables;  un dominio de conocimiento es un dominio de poder y viceversa:

“…todos estamos presos en una red o telaraña de poder/conocimiento, no es posible actuar fuera de este dominio y todos sufrimos simultáneamente los efectos del poder y ejercitamos este poder en relación a los otros” (White y Epston, 1993 p. 38)

La terapia narrativa intenta visibilizar el poder, no siendo cómplice de sus formas de acción. Las prácticas narrativas intentan empoderar a las personas pues al re-contar las historias de sus vidas y encontrar las historias alternativas, las personas se colocan como protagonistas o como participantes en su propio mundo (White, Epston, 1993).

Los principios de la terapia narrativa que ayudan a desenmascarar las prácticas de poder, tanto en el ámbito terapéutico como en la vida de las personas que nos consultan, son los  siguientes:
1.     Separar a las personas de los problemas que los afectan “la persona es la persona, el problema es el problema”
2.     La personas tienen recursos, conocimientos, experiencias, saberes, habilidades, creencias, valores que pueden ayudar a reducir la influencia de los problemas en sus vidas.
3.     Las personas son expertas en sus vidas, no los terapeutas.
4.     Los terapeutas tienen una postura frente a los consultantes “descentrada, pero influyente”[6]
5.     Desarrollar el sentido de ser agente en la propia vida (agencia personal). La posición de agente hace referencia a la capacidad de elegir, decidir y ser activo en el curso de la propia vida. White y Epston con frecuencia usan la metáfora de «Ir en el asiento del conductor de la propia vida»[7]

Desde esta perspectiva, la intuición incluye recursos, conocimientos y saberes que están marginados y descalificados. Como terapeutas nos hemos visto forzad@s a abandonar esos saberes como parte de nuestro proceso de profesionalización:

“….el ingreso en la cultura de la psicoterapia se da asociado a una iniciación en la cual los conocimientos más locales o populares que se han generado en la historia de la persona son marginados, a menudo descalificados y desplazados por los conocimientos formales y especializados de las disciplinas profesionales” (White, 1997: 30).

L@s terapeutas entrevistad@s  hablan de la intuición de la siguiente manera:

“Se relaciona con mi sensibilidad, recursos y habilidades, y mi sabiduría como persona y como terapeuta”-Creo que al tenerla más presente como herramienta de trabajo me dará más seguridad y confianza” - “Percibir en la mente algo que está más allá de la apariencia” - “Es como otro sentido, pero que no tiene órgano” - “Intuición es como la voz de mi sabiduría  interna que se siente en el cuerpo… esa voz es un acumulado de las voces de mis abuelas y mi mamá”.

La intuición es un tipo de concimiento que no sigue el camino racional y se manifiesta en reaciones emocionales, incluso corporales, por lo cual es difícil explicar su funcionamiento. La fuente básica del conocimiento intuitivo es la experiencia acumulada (relacionada con nuestra especie humana, la experiencia cultural y geográfica y la personal). Tiene la capacidad de registrar y captar  aspectos casi imperceptibles como un gesto, una frase, una mirada, etc. y develar mediante la impresión holística, intenciones, deseos o temores. Se expresa con el lenguaje del hemisferio derecho, con imágenes más que con palabras, con el lenguaje artístico, creativo y metafórico.

Cuando se le pide a l@s terapeutas que relacionen la intuición con una imagen, manifiestan  lo siguiente:

La intuición es como una red de colores que se entrelaza con mis conocimientos sobre la terapia narrativa (azul) y otras técnicas y recursos terapéuticos (verde), y mi experiencia (rojo). La intuición tendría un color brillante (dorado) que significaría esa chispa de luz que guía mi camino. Es una red que me sostiene, a mí y al consultante” - “Un viento ligero que me envuelve” - “Una estrella muy brillante” - “La imagino como un pequeño pájaro, como un colibrí que me susurra al oído y también pasea por mi estómago. Creo que tiene su nido ahí, en mi interior, en el centro de mi cuerpo” - “Auténticamente como una `alerta emocional`”- “Como si de repente se prendiera una luz que te hiciera mirar hacia otro camino” – “Como una luz (especie de linterna) que ilumina y visibiliza posibilidades, que facilita la conexión conmigo y con otr@s” - “Un angelito que me va diciendo por ahí, por ahí. Otra la de mi corazón bombeando más fuerte cuando las cosas no me laten...”.

Quero finalizar este articulo citando a una de las terapeutas entrevistadas que habla sobre la conexión de la intuición con la terapia narrativa:

Me parece que la intuición es la abogada de lo valorado por las personas. Está libre de la influencia de discursos dominantes porque se alimenta de los anhelos e intenciones de la persona para su vida. Por eso a veces ante la dominancia de la cultura y el deber ser se silencia y no es escuchada por tanto ruido externo. Necesita el silencio, la apertura de conciencia y la conversación para despertar nuevamente”.

Concluyendo, la intuición es un conocimiento subyugado, al que los terapeutas narrativos recurrimos continuamente en las conversaciones con los consultantes. El conocimiento experto, o dominante la invisibiliza y la desacredita, pero el corazón de la intuición está en nuestra experiencia, en lo vivido, en ese saber local de la experiencia y que se reaviva en la terapia narrativa a través de la agencia personal. Esta agencia se fortalece en la medida que nos adueñamos y habitamos nuestras historias alternativas, quitándole fuerza a las historias dominantes. Desde esta perspectiva, la intuición tiene varias entradas; como terapeutas narrativ@s las utilizamos en nuestros dilemas personales y también en nuestras conversaciones, como herramienta de trabajo, y la volvemos una herramienta para el consultante al fortalecer su agencia personal escuchando su capacidad de elegir en base a lo que valora.





[2] Moliner, M. Diccionario del Uso del Español, Gredos: Subyugar: Someter o tener sometido a alguien violentamente a la voluntad propia. Dominar, oprimir.
[3] También “conocimiento popular, regional o indígena”
[4] White, M. y Epston, D. 1993 Medios narrativos para fines terapéuticos. Paidós. Barcelona, España.
[5] Sued, E. 2005 “Terapia narrativa”, en Roizblatt, S. et al. Terapia familiar y de pareja, Mediterráneo, Santiago de Chile.
[6] White, M. 2002 El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas, Gedisa, Barcelona.
[7] Tarragona, M. 2006  “Las terapias posmodernas: una breve introducción a la terapia colaborativa, la terapia narrativa y la terapia centrada en soluciones”, Revista de Psicología Conductual, v. 14, n. 3, pp. 511-532.

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